Para ello, dispone de un temporizador que desconecta la corriente una vez han pasado once horas desde que se pone en marcha con el mando que incorpora. Claramente se orienta hacia el mercado empresarial. La idea es que una vez finalizada la jornada laboral, al poco tiempo se apague automáticamente todo lo que hayamos dejado en marcha. Osea, que nos tenemos que acordar de apagarlos, pero 11 horas antes de irnos. Tampoco es un interruptor remoto ya que el alcance es lo que dé el cable, sin comentarios.
Lo veo como un gadget curioso, pero no como un verdadero standby-killer. La solución pasa por no vincular el apagado de los equipos a una acción consciente, ya que está demostrado, al principio si se hace pero luego se va dejando.
Vía: Xataka
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