lunes, 25 de febrero de 2008

Depósito al 7% para la inversión en renovables de IDAE

Nuevo programa del IDAE para incentivar inversiones en proyectos de Eficiencia Energética y aprovechamiento de las Energías Renovables mediante la constitución de depósitos de ahorro remunerados a un tipo de interés del 7% nominal anual.

  • El IDAE, ha firmado sendos convenios con el Banco Santander y Banesto que se convierten en entidades colaboradoras de este novedoso programa de incentivación.
  • El importe de las ayudas aportadas por el IDAE alcanzan los tres millones de euros (un millón y medio a través de cada entidad) destinados a retribuir, por encima del tipo de interés del mercado, los depósitos de ahorro.
  • Las inversiones acogidas a este programa deberán, obligatoriamente destinarse a proyectos de eficiencia energética o energías renovables.
  • Se trata de una medida de impulso enmarcada tanto en Plan de Acción 2008-2012 de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética para España, como en el Plan de Energías Renovables 2005-2010.

20/02/2008 .- El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, organismo dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, ha firmado hoy sendos convenios con el Banco Santander y Banesto que se convierten, así, en entidades financieras colaboradoras del nuevo programa del IDAE para incentivar inversiones en proyectos de Eficiencia Energética y aprovechamiento de las Energías Renovables mediante la constitución de depósitos de ahorro remunerados a un tipo de interés del 7% nominal anual.

El importe de las ayudas aportadas por el IDAE alcanzan los tres millones de euros (un millón y medio a través de cada entidad) y serán destinados a retribuir, por encima del tipo de interés del mercado, los depósitos de ahorro. La percepción por el beneficiario de estas ayudas quedará condicionada a la efectiva realización y justificación de las inversiones exclusivamente en proyectos de la naturaleza antes citada.

Este programa de incentivación promovido por el IDAE es absolutamente novedoso en su campo y lo es también como instrumento financiero de colaboración pública y privada.

Se trata de una medida de impulso enmarcada tanto en el Plan de Acción 2008-2012 de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética para España, como en el Plan de Energías Renovables 2005-2010.

El compromiso de lograr que el ambicioso objetivo de ambos Planes se cumpla ha llevado al IDAE a la creación de nuevos mecanismos de apoyo público, como este “Depósito”, que sean capaces de movilizar recursos destinados a la ejecución de proyectos en aquellas áreas o sectores que precisen de especial impulso y supongan mejoras de la eficiencia en la industria, edificios o sector transporte o realización de actuaciones determinadas de solar térmica, fotovoltaica aislada, instalaciones mixtas eólicas y fotovoltaicas, aprovechamiento de la geotermia de baja temperatura, digestión anaerobia a partir de biomasa, etc.

Beneficiarios e importe de las ayudas

Pueden ser beneficiarios del programa tanto las personas físicas como las pyme y microempresas; es decir, que empleen menos de 250 trabajadores y que su volumen de negocio anual no exceda los 50 millones de euros o su balance general anual no sobrepase los 43 millones de euros.

El límite máximo del depósito establecido por beneficiario es de 300.000 € y el mínimo de 10.000 €, no pudiéndose constituir más que un solo “Depósito IDAE” por beneficiario. El depósito sólo podrá abrirse a través de las oficinas de las dos entidades colaboradoras del programa; es decir, el Banco Santander y Banesto, y la fecha límite de reembolso de la totalidad de la aportación será de dos años a partir de la aportación inicial.

Dado el importe de ayudas del IDAE asignables individualmente a cada depósito, se regirán por la regla de minimis.

Tras la firma de los convenios, se realizará una convocatoria pública de ayudas del programa y su publicación extractada en Boletín Oficial del Estado, fecha a partir de la cual se iniciará el plazo para tramitar las solicitudes de suscripción de depósitos, que será por un período de un año o, en su caso, hasta agotar la dotación prevista.

Una Comisión Técnica de Ejecución y Seguimiento del Programa, constituida entre el IDAE y la entidad financiera, en cada caso, se encargará de velar por la adecuada realización del objeto del Programa.

Fuente: IDAE


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martes, 12 de febrero de 2008

Artículo muy bueno: iberdrola, renovables y economía tractora.

En plena España latifundista, el gran humorista Perich añadió a la incipiente consigna ambientalista un añadido cómico de profundo contenido social. Treinta años más tarde somos conscientes de que, además del señor conde, todos nosotros quedamos profundamente afectados por un incendio. Los valores paisajísticos, los medioambientales y los culturales quedan también destrozados. La viñeta no sería entendible en 2008. El monte no es sólo del señor conde.
Cuando la empresa se quema, algo suyo se quema... señor accionista. Sería la traslación de la frase de Perich a la realidad empresarial. En ocasiones se acusa al Gobierno de turno y a los agentes políticos y sociales de un desmedido interés en intervenir en las reglas del libre mercado cada vez que opinan sobre un proceso de concentración o de toma de control empresarial. Desde un supuesto liberalismo se alega que la empresa es de los accionistas y que, por tanto, corresponde sólo a ellos intervenir a la hora de pronunciarse sobre la operación en curso. Lo siento, no estoy de acuerdo. El monte nos afecta a todos. No sólo al propietario. Y si hay un caso en el que esta afirmación es rotunda es en el caso del sector energético.
La energía es un sector regulado. Los poderes públicos llevan a cabo apuestas y políticas que afectan profundamente a la realidad del sector. La competencia en el sistema, la garantía de suministro, unos costes razonables, la incidencia del efecto tractor del sector sobre el tejido industrial y tecnológico, los factores medioambientales, las políticas de seguridad -en lo relativo al ámbito nuclear-, el acceso a fuentes fósiles en entornos estables. son todos ellos factores que intervienen y se combinan a la hora de definir las políticas públicas. Y, además, la dimensión, el proyecto empresarial y, en algunos casos, la composición de la estructura accionarial son elementos que influyen en todo cuanto los poderes públicos deben garantizar y cuidar. Porque es su función.
Hoy en día la fortaleza de una empresa energética pasa fundamentalmente por dos vectores. Por un lado, el acceso a fuentes de suministro -de gas, fundamentalmente-, que en una medida importante tiene vinculación con la geoestrategia y la red internacional del país en el que se ubica la empresa; y, por otro, su capacidad tecnológica, principalmente en relación con las energías renovables. Evidentemente un óptimo mix de generación, una capacidad financiera y de gestión, y una buena adecuación al mercado son necesarios. El que exista en España una empresa con esa fortaleza no es una simple cuestión de mercado. Tiene que ver con el posicionamiento futuro de la economía española, con su capacidad de traccionar un tejido industrial competitivo y con el propio desarrollo tecnológico del país.
«Déjeselo a los mercados», me dirá alguno. Pues no. Si pago un plus en cada recibo de la luz para que se promueva la energía renovable y todo ello ha traído como consecuencia que este sector haya tenido un desarrollo clave para nuestro tejido industrial, tengo derecho a opinar sobre el futuro de ese sector. Es una cuestión de ciudadanía democrática. Y hoy el Estado español acoge a la empresa líder en el mundo en instalaciones renovables en servicio. Se llama Iberdrola. Es el principal accionista de Gamesa que, a su vez, fabrica uno de cada seis aerogeneradores que se producen en el mundo. Nuestro tejido industrial está plagado de líderes mundiales en fabricación de componentes para el sector eólico y tiene al día de hoy condiciones tecnológicas y empresariales para liderar el futuro de la energía solar a nivel mundial, sobre todo en el campo de la solar térmica. Si me apuran y me preguntan en qué será o debería ser líder la economía española de aquí a quince años, me atrevo a jugármela y a responder: en turismo y en energía renovable.
Me impactó la valentía de John McCain en Michigan. Mirando a la cara dijo a los trabajadores del automóvil que los puestos de trabajo perdidos en el sector no volverán, que la reindustrialización vendrá de la mano de las energías renovables. Euskadi es un ejemplo de que algo de esto es posible. Para ello los poderes públicos y reguladores deben garantizar dos cosas. La primera, un marco estable de apoyo al sector. Sólo hay una cosa peor que no apoyar a un sector: cambiar de forma continua los marcos de apoyo. Se genera incertidumbre y el inversor se retrae. Y el que tenga dudas, que mire a los Estados Unidos. La política de apoyo implantada por Bill Richardson, el secretario de Estado de Clinton, se convierte a partir del 2000, con la nueva Administración federal, en un gráfico de picos y valles cambiante en la inversión, que sólo se estabiliza y crece a partir de 2005-6, cuando la continuidad de las políticas de apoyo vuelve a la agenda del Congreso.
La segunda, favorecer con los márgenes posibles en una economía de mercado el desarrollo de empresas con capacidad para liderar y ser tractoras. Con núcleos accionariales que les den cierta estabilidad y que tengan un importante grado de implicación en el tejido industrial y interno. Para entendernos: sin dependencias claras de inversores que respondan al desarrollo de otros entornos. Creo que hay margen para que, sin intervencionismos abusivos, con los mecanismos que dan la ley y la capacidad reguladora, se actúe con apertura y liberalismo, pero sin ingenuidad. Ello es compatible con abrir el mercado ibérico a otras empresas para ir construyendo el mercado europeo, pero asegurando que cuando ese mercado sea realidad tengamos pieza para mover. Y que garantice nuestro desarrollo futuro en el estratégico campo de la energía limpia.
Son fechas electorales. Maravillosas en democracia, por lo que supone la libertad de voto en el sistema, pero complejas para salvar políticas de acuerdo y consenso. Este tema debería quedar fuera del circuito electoral cortoplacista. Dejar decidir a los accionistas, pero articulando desde el ámbito político una clara directriz en el campo de decisión que le toca. Para que no se queme el bosque. Y ganemos todos, el conde y la ciudadanía.

No puedo estar más de acuerdo.

VÍA: Diariovasco


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